miércoles, 25 de abril de 2012

LA ALEGRÍA DE LA CAZA



LA ALEGRÍA DE LA CAZA


Mi hermano gran aficionado a la caza, hacia de nuestras sobremesas un placer, cuando aun no teníamos televisión, y nuestro tiempo dependía de las historias que el nos contaba, exageradas la mayoría, y mentirosas todas, que hacía que nosotras esperásemos ese tiempo con verdadera admiración, al menos por mi parte, la hermana pequeña de esa familia.


Yo esperaba que terminase la comida, y aunque el madrugaba mucho por su trabajo, tenia tiempo de contarnos algunas historias de sus días de caza, pocas de caza mayor, cuando un grupo de amigos se juntaban para ir a una montería, que les hacia aparecer con algún que otro jabalí, o venado, dando un sabor a las comidas que me dejaban muerta de asco, pero teniéndome que comer lo que se guisaba, (en mi casa rara vez escogíamos) y menos sin ser patatas fritas con huevos, que a mi siempre me han parecido un manjar, y aun lo son.


Se sentaba en uno de los sillones que había en mi casa (dos) uno para mi madre, el otro para el “el rey” que el era, le decíamos que nos contase alguna cosa que le hubiese pasado recientemente, y el accedía, pero primero nos ponía condiciones…


El nos contaba alguna historia, después echaba su cabeza hacia delante en la mesa camilla, y teníamos que rascarle la espalda, eso fue siempre moneda de cambio entre nosotros, y en verdad que funcionaba, siempre cumplíamos nuestros tratos.


Exageraba alguna partida de caza, mientras yo abría los ojos como platos, pensando en la suerte que tenia el tener un hermano así, que vivía mil aventuras, y que siempre era el mejor en todo, incluso matando bichos, que encima me hacían padecer a las horas de las comidas, pero el era como el cazador de la tribu, siempre pendiente de que no faltaran liebres y conejos, perdices y codornices, que mi madre ya no desplumaba, hacia dos incisiones en las patitas y les arrancaba la piel entera para tardar menos, eran muchas las que llegaban a casa , en vez de seguir en sus nidos.


Yo aborrezco la caza, solo recuerdo de aquella época las historia al calor del brasero, y mas tarde de una estufa catalítica que compro mi madre, y no se como no morimos ninguno al inhalar su olor, en el baño, o en el salón, donde la vida empezó a tener mas bienestar que estando en la cocina, con el único calor de la cocina de carbón.


¡¡¡Que tiempo aquellos!!! Donde los niños jugábamos en grupo, y nuestra familia era el mejor refugio para pasar nuestros primeros años… felices.

4 comentarios:

Mari-Pi-R dijo...

Buenos tiempos Lola, se tenia de menos pero se era feliz.
Mi marido también tuvo una época que salia de caza, las perdices es lo que más me gustaba entre lo que traía.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola Lola cariño , yo creo que todos nuestros hermanos y padres han contado historias de caza como las que contaba tu hermano , a mi la verdad es que tampoco me hacia mucha gracia la caza y menos la carne de venado ,muy buena historia la de hoy ,besos de Lm.

Lola dijo...

Hola Mari-Pi, es verdad amiga, eran buenos tiempos, ahora también pero tan diferentes que añoro aquel tiempo a veces. Gracias por tu comentario. Un beso.

Lola dijo...

Hola Little Moon, claro amiga, la caza era lo menos importante, pero las historias de mi hermano eran tan divertidas que esperábamos de un día para otro que llegase el momento de la próxima historia. Gracias por tu comentario amiga.