LOS AÑOS SESENTA
Yo nací en los años cincuenta, y apenas tengo constancia de esos primeros años de vida, cuando las cosas no se tienen en cuenta, y los años pasan placidamente… casi siempre.
Los sesenta ya fue otra cosa, el colegio y los juegos eran parte importante de mis días, que con la vuelta a casa se convertía en un rito al llegar y pedir la merienda (pan con chocolate) era lo normal, mientras en la radio sonaban las ultimas frases de la novela de turno ”Ama Rosa” fue todo un acontecimiento, y mi llegada a casa hacia que no me diesen la merienda hasta el final de dicho serial, y que dejaba a las madres sumidas en la tragedia durante algunos minutos, y la impaciencia hasta el próximo día.
Yo empezaba a dejar volar los sentimientos al igual que mi pelo largo, empezaba a sentir que los chicos me miraban, y mis caderas daban al traste con las miradas insolente de los hombres, que ya me veían convertida en una hermosa joven, que sin notar el pasar de los días hacían mecerse las tablas de mi falda plisada, mientras la brisa refrescaba los pensamientos y, enarbolaba sentimientos sin poderlo remediar.
Los sentidos empezaron a cobrar vida propia, la música de los sesenta era la mejor, soñaba con los compases de los Brincos, y me deje seducir por el Dúo Dinámico, que hizo que me enamorase en cada canción, mientras los sueños eran activados por las noches, recorriéndome el cuerpo con mis manos, la pasión llegaba en oleadas a mi pensamiento que, intentaba apartarlos para no tener que confesarlos al otro día en el confesionario, rezando mil Ave Marías, por pecadora… trasnochada.
Llego la revolución con Los Beatles, ellos si que sabían vivir esa época mágica, yo desde mi pequeña ciudad aprendía todas sus canciones en ingles sin saber lo que decían, solo dejaba que la música me invadiese, mientras con mi risa bailaba una música “demoníaca” como decía mi hermano, y los melenudos empezaron a conquistar el mundo con su forma de vida, y su música diferente.
¡Ah! que tiempo aquel, que sueños no vividos, que vida ya olvidada, pero ¡Dios que música…! Siempre estará en mi, quede enganchada a ella a través del tiempo, de su letras, y sus compases, que hoy ya forman parte de mi vida, y que morirán conmigo como melodías encadenadas, a un tiempo pasado que nunca fue mejor que el de ahora.