LUGARES MÁGICOS
Por todos los lugares que visite, siempre hubo un rincón donde quedo parte de mi, sin yo quererlo, pero hay cosas que nadie puede evitar, y a mi me paso lo mismo.
Cientos de lugares, calles, jardines, castillos, casas solariegas, plazas, parques, y callejones, que a veces parece que de entre sus piedras saldrán caballeros con sus capas al viento y espadas en su cinto, como sucedió en Cuenca, donde me abrazaron sus piedras, y me susurraron sus ramas, en la tarde de un otoño dorado, y su joven brisa cercana.
Pasee sin destino, y me perdí entre callejuelas e historias, mis ojos se quedaron prendados en celosías y rejas, blasones y almenas de castillos que hasta el tiempo había olvidado, y que a mi me trasportaron a su historia, y a sus gentes.
Jamás estuve en algún lugar que me dejase indiferente, que no llenaran mis ojos de luz, de magia, o de ensueños, de damas bordando en sus bastidores los escudos de sus castas, y esperado el regreso de sus caballeros, todo me parecía cercano en esos momentos, y mil veces pase por lugares que ya había soñado.
Recuerdo los bancos de la plaza de España en Sevilla, y las calles empedradas de la Mancha, mi mirada posada en la Concha de San Sebastián, las visitas a las bodegas en la Rioja, los lugares donde soplaban el Vidrio, o las fotos en los puertos con sus barcos a la espera.
Y recuerdo las calles de Paris, las plazas de Lisboa, las Pirámides y templos de Egipto, la magia de Brujas, Gante, los canales de Venecia, y el capuchino de la plaza de San Marcos, maravillas para los ojos, y esencia en el paladar.
Todos los lugares me han parecido mágicos… gracias a sus gentes.