HIJOS
Al nacer todos sentimos amor, es ese amor necesario, egoísta, para que nos cuiden, para que nos alimenten, para seguir viviendo.
Es el amor universal que ni sabemos que existe, pero que sin él no viviríamos apenas unos días, es el amor de la necesidad, y lloramos para dar lastima y nos den de comer, para que nos limpien, para que nos abracen.
Y la madre se entrega en cuerpo y alma, y aparca sus noches de sueños, y todo se convierte en amor para entregar a ese ser que acaba de llagar al mundo, y que ya para siempre será su vida.
Hacemos de sus vidas el vivir diario, y suponemos lo que les pasa cuando lloran, cuando el sueño no llega, cuando están molestos, y nos desarman con la mirada tierna y soñadora que tienen los bebes.
Yo pienso que no hay madre que después de mirar sus ojos no sientan amor, por eso hay mujeres que no quieren ver a sus bebes cuando por múltiples motivos tienen que darlo en adopción, y su mirada quedaría grabada en su corazón de por vida, porque hay pocas madres que no quieran a sus hijos.
La vida se hace carrusel para el recién nacido, que ríe y llora sin motivos, porque aun no sienten emoción o cariño, solo una forma de vida para ellos, la que conocen de momento, después habrá otras, y los cambios para la madre será permanente.
Y se antepone todo ante los hijos, y así debe de ser, ellos nos llenaran la vida de misterio, jamás sabemos lo que nos preparara el mañana, pero aun viendo ya "algunas cosas difíciles" seguiremos a su lado, ellos son una parte de nosotras, esa que a lo mejor ni nos atrevimos a ser, o esa que quisimos olvidar, porque los hijos lo son casi todo, es un mundo dentro de nuestro mundo aun por descubrir…
Ellos son sin más NUESTROS, aunque se marchen o se queden, aunque no nos quieran como nosotros a ellos, aunque nuestras vidas dejen de ser importantes, no se puede explicar ese sentir, solamente hay que vivirlo, llorarlo, soñarlo, y siempre siempre… amarlos.