lunes, 26 de diciembre de 2022
domingo, 25 de diciembre de 2022
DÍAS NORMALES
DÍAS NORMALES
Eran
días sin horarios definidos, pero todo tenía un orden.
La hora
de levantarse, era cuando las hermosas campanas de su cercana catedral
despertaban con la niebla del amanecer, aunque yo aprovechaba la cama un ratito
más, y después al levantarme alguien preparaba mi desayuno, me ayudaba a
vestirme y con mi hermana de la mano íbamos al colegio, que no estaba demasiado
cerca para dos niñas con pocos años.
No recuerdo que era mi desayuno aunque seguro que sería leche con galletas marías, era lo normal.
No recuerdo que era mi desayuno aunque seguro que sería leche con galletas marías, era lo normal.
Por
entonces mis días parecían aburridos, ahora sé que eran serenos y cómodos, aunque a mí no me lo pareciese, siempre mi vida fue un camino sin piedras, ni
espinas, pero eso lo se ahora, porque por entonces si tuviera que definirla sería
como… triste, ya se sabe que los niños y jóvenes quieren hermosas historias que jamás
ocurren en su cercanía, y solo en los libros sucede lo mejor.
Al ir
al colegio lo pasaba bien, lo peor era llegar a la clase, no fui buena
estudiante, siempre estuve en la mitad del todo, no sobresalía nada más que en
ser tranquila y buena ( cosa que dice mi hermana mayor) pero no es así, tenía
mis odios a lo bello porque yo me sentía fea y sola, lo de sola me
gustaba, siempre estaba en mi mundo imaginario, tenía mucho miedo siempre de los
marcianos, y mi hermano se reía diciéndome que se acercaban los monstruos.
Tenía ”
pelusa” de mi hermana mediana que era bella y simpática, mientras yo a su
sombra veía como desfilaban posibles novios, que a mi jamás me miraban, dos años
menos da para mucho, ella ya empezaba a sobresalir en todo, y yo aun no había
llegado a dar el cambio…
Me
gustaban mis días ¨aburridos¨, me gustaba salir de casa limpia y bien peinada (de
eso se encargaba mi hermana mayor) me gustaba ir guapa al colegio pero eso
jamás lo conseguí, no entendía de belleza, solo de que yo no me parecía a mi
hermana.
Volvía
del colegio sobre la una, después volvía por la tarde hasta las cinco, y si
todo estaba bien... llegaría la mejor hora del día.
Mis
días mejoraban a la hora de la merienda, llegar a casa y ver a mi
madre al lado de la radio era estupendo, siempre oyendo alguna de las novelas
diarias (eso era como los culebrones de ahora en la televisión) yo esperaba que terminasen para
la mejor merienda del mundo… pan y chocolate, ¡¡¡ummm buenísimo!!!, y habitual en
casi todas las casas.
Todo quedo
en mi memoria, y después de tiempo sigo añorando los días… normales.
YO SIEMPRE PENSÉ…
YO SIEMPRE PENSÉ…
Yo siempre pensé que si debía dejar mi tierra, iría a un lugar donde hubiese un rio cerca, un lago, un manantial, o el mar, que no se pareciese al Guadiana que aparece y desaparece por kilómetros, pero mira tú que me vine a vivir a Madrid, junto al rio Manzanares, que tiene menos agua que lágrimas derramadas un solo día.
Y me costó media vida acostumbrarme a sus olores, a bocadillos de calamares o de
gallinejas, a sus ruidos en las calles, a sus gentes y a su hablar chulesco, con
sus palabras lentas, y sus terminaciones más arrastradas que todas las eses de una enciclopedia juntas.
Con Andrea, mi nieta mayor
Pero me sentí madrileña sin serlo después de un tiempo, y pasee por Sol, por la Plaza Mayor, me acostumbre a las Patatas Bravas, y sus tapas de Bacalao en la taberna Casa Labra la mas antigua de Madrid en el aperitivo, al chocolate con churros a la hora de la merienda, a sus Teatros sus Museos, su Parque del Retiro, y su Casa de Campo, me acostumbre a vivir lejos de los que siempre ame…
Mis nietos, en esta foto faltan dos pequeños
Mis amigos
EN EL PARAISO
Lo puso en la parte más bella, para que pudiese admirar su obra, vivir allí y dejarle como rey único de sus días.
Y el rey se aburría, no sabiendo apreciar las bellezas que en el existía, y tumbado bajo un manzano dejaba pasar los días, triste, entonces Dios pensó que necesitaba una compañera que le ayudase a disfrutar de las flores y, comer todas las frutas del paraíso y creo a Silvia.
Ella era la flor más bella, y el hombre aburrido dejo de estarlo, y ambos pasearon y vieron por primera vez el atardecer juntos, el tumbado, mientras ella tejía lianas para ponerlas de cortinas y resguardarse del sol.
Dios pensó que no había acertado después de dárselo todo, ambos se aburrían, y creyó Dios que deberían tener algo solamente suyo, que no estuviese en el paraíso cuando ellos llegaron, y en una tormenta fuerte de verano, resguardados de la lluvia bajo las cortinas tejidas por ella, crearon ha Andrea.
Ambos miraban asombrados la maravilla que ellos habían creado, sus manitas perfectas, y sus ojitos tiernos, como la llegada del alba.
A través de ella despertaron a la vida, y quisieron mas cosas para darles a su hija, el paraíso no era lo bastante hermoso, y solo pensaban en mejorarlo, para cuando ella, alargara sus bracitos encontrara a sus papás era lo mas importante, pero ellos no estaban, de ella cuidaba un viejo sauce llorón, que la acariciaba con sus ramas cansadas del tiempo, y la arrullaba con el viento entre sus hojas.
Y el viejo sauce se volvió palmera, y sus frutos alimentaron a Andrea, que crecía fuerte y bella, queriendo jugar con sus hojas y bailar al ritmo de la brisa.
Sus padres, seguían sin estar cerca de la niña bajándole estrellas cada noche para que jugase con ellas por el día, mientras la niña miraba al cielo y decía… Papá, Mamá y señalaba con sus manitas hacia la palmera que le cantaba canciones y la dormía entre susurros.
QUISE TANTO...
QUISE TANTO...
Quise tanto
y tanto que pensé que eso era lo normal,
después supe que no lo era, pero ya era tarde, mi ser se había dormido y ya no
quiso tener ni un sueño mas.
El querer
llegaba más fuerte al levantarme, era como desayunar con mucha hambre, pero
miraba mis necesidades y no eran tan grandes como yo pretendía, porque al
llegar el atardecer…perdía la conciencia del antes para dormir en un ahora, de
donde nunca quería despertar.
Y me sometí
a pruebas de sueño, y dormí todo el día mientras hacia las cosas rutinarias, y
mientras hacia la comida me accidentaba con pequeñas armas, y los cuchillos me
maltrataban sin poder evitarlo.
Empecé a
soñar con bocadillos que ya compraba hechos para no coger utensilios cortantes,
pero después de un tiempo desee los sencillos guisos y volví al desatino de
quemarme con el horno, o al echar las verduras en la vapórela.
Y es que no
estoy donde debería, sé que estoy tristona, no presto atención a las cosas, y
sobre todo tengo que salir más, mis palabras no salen de mí, y cada día se me
olvida alguna…
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