AÑOS ATRÁS...
No fueron fáciles mis primeros años de vida, pero al ser la hija pequeña de padres separados como que me enteraba poco, cuando al llegar la noche yo preguntaba a mi madre ¿ donde está papá? Mi madre siempre respondía lo mismo… trabajando.
Y yo pensaba, que los papás de mis amigas también trabajaban, pero cuando ellos llagaban yo cruzaba la calle y volvía a mi casa ( eran otros tiempos y los niños podían salir solos a casa de la vecina) lo mismo tenia suerte y el mío también volvía, pero casi nunca había suerte, el mío era más trabajador porque no tenía tiempo ni de volver a casa a descansar cerca de nosotros, en su cama, al lado de mi madre su esposa, que jamás le abandono ni en las horas de sus sombras.
Recuerdo que en casa de mi amiga Toñi todo era armonía, eran pobres, de comer lo justo, pero se veía la veneración por el padre al llegar la hora de las comidas o cenas, allí todo el mundo se vestía de limpio, se lavaba las manos, y esperaban a que se sentase el hombre de la casa, y la humilde comida se convertía en el mejor de los manjares, yo que comí alguna vez allí sentí como me decían… las lentejas son viudas, solo tienen patata , nada de ninguna clase de las matanzas manchegas adornaban esas lentejas, a mí siempre me parecieron maravillosas, no faltaba amor para echar a mil comidas que en mi casa no había, solo la espera sazonaba nuestros platos.
Viví muchas horas en esa casa, mi madre al casarse vivió allí, con un patio central y puertas de vecinos rodeándole, dos habitaciones, sin agua dentro de ellas, por lo tanto sin aseo, pero eran los primeros años de "amor" de mis padres, estaba a la vuelta de la esquina donde vivía ahora, donde todos creían que vivíamos en la abundancia, pero no era asi cosa, mi padre era generoso con los de fuera, a mi madre jamás le paso dinero para que comiesemos, eso no entraba en sus planes, el hacia hijos como le daba la gana, alimentarlos no estaba en su dia a dia.
Eso sí, en esa casa nací yo, era la casa de una prima de su "amante de turno" que se conviertio en su esposa sin serlo, una casa con bañera grande donde bañarnos al menos una vez a la semana, mi hermana Nines y yo compartíamos sitio y agua, y donde a mí siempre me tocaba ponerme en el lugar donde estaba el tapón, porque así lo quería ella, que si no lloraba como si la estuviesen matando y mi hermana Luisa me decía, "anda cámbiale el sitio, si a ti te da lo mismo", y así sucedía, sin tener en cuenta que siempre cedía yo, pero en el fondo a mi me daba igual, yo aun tan pequeña ya caminaba por unos caminos que nadie conocía, el de la recuperación de mi padre, y su olvido diario, que ya estaban presentes en mi.
Y recuerdo que las pocas veces que se dignaba a pasar por casa, a mi madre le cambiaba la cara pensando en su regreso, y yo espiaba las sombras que se reflejaban en la pared con la puerta abierta de su dormitorio, y donde yo sentía todos los ruidos nocturnos, pero jamás el sonido del amor, ese jamás lo oí, solo descansaba compartiendo noche y mentiras, porque se le había pasado el tiempo, y ya era tarde para volver a la "otra" casa, donde también esperaban su vuelta, y su cólera más de una vez…
Claro el tenia mal genio, tenía que nadar entre dos aguas o más, pero el de eso no hablaba, lo querías o lo dejabas, y unas horas en casa a mi madre le daban fuerzas para seguir con sus cuatro hijos, sola, y con la esperanza del regreso que jamás se produjo.
Ahora, con tantas familias rotas, ese divorcio que más de una vez se produce sin pensar, solo la libertad y los problemas aviva el fuego, del que a tiempo pasado, convertiría en una equivocación, sin pensar en las consecuencias de tanta tristeza repartidas entre el que antes fue el amor de tu vida, y unos hijos que jamás pensaron en reprocharle nada, solo en el sabor dulce de una vida juntos, así nos enseño ella, y así le quisimos siempre… sin perdón, porque ella mi madre nada dijo de sus aventuras, de sus otros hijos, de su caminar al lado de muchas y que jamás nadie le quiso como mi madre, que desde que le conoció fue su vida… y su muerte.