La vida me avisa de que no soy la chica de catorce años que conoció al amor de su vida, si no una mujer que ya paso toda la
juventud a su lado, y que el espejo le refleja la realidad del día a día.
No soy la soñadora de entonces, solo la realista que vive y
no tiene tiempo para soñar, porque la vida ya se quedo con todos mis sueños.
No soy la chica de melena castaña que mece el viento, la que llenaba sus ojos
de azul intenso de un mar que jamás había visto, y que cada noche aparecía paseando por una playa al lado de su amor,
ahora tengo la playa, tengo los ojos negros, y el amor de mi vida pasea a otras
horas, dice que yo madrugo mucho…
Cuando se tienen pocos años y mucho para vivir, el espejo no
te habla de eso, solo se refleja la juventud que pasa pronto, y no te habla de
lo que está por llegar, y piensas que el futuro es una cosa preciosa, que
tienes ganas de cumplir dieciocho años y hacer lo que quieras pensando que ya
lo sabes todo, cuando eso llega… ni el futuro es hermoso, y no lo has aprendido
casi nada.
Que serás mas sabia y más tranquila, que tus movimientos serán
serenos, y tu interior cada vez más nervioso, ya no cunde tanto el trabajo, y
las necesidades son las mismas. No es hora de lamentos, solo de saber que lo
que ves es lo que hay, que ya jamás estarás mejor de lo que estas ahora, y que
el espejo es un poco “cabrito”.
Soy la mujer que quise ser, he aprendido mucho en el tiempo
vivido, ahora sé que no moriré porque, mis hijos ya tienen hijos, y mi sangre
se pasea por sus venas, y eso me hace eterna y siempre participe de sus vidas
aunque sea desde el otro lado.