Hace unos años… bueno
muchos años, estando yo poco tiempo casada, escribí a mi hermano una carta,
mucha era mi necesidad de comunicarme con él, porque le echaba de menos…
Mi hermano es una persona seria, mis días a su lado fueron muy importantes, aun llevándonos nueve años de diferencia yo le quería más que a nadie después de mi madre, el era mi padre y mi hermano, el era mi amor platónico porque siempre le adore, tanto que solo su sonrisa era importante para mí, pero él, yo creo que no era consciente.
La carta que aun guardo, ya amarilla del tiempo me hizo llorar cuando la vi, y sin leerla estuve mirando el sobre durante un tiempo, no sabía lo que habría escrito, y pensé… ¿le habrá molestado mi carta?
El me decía que le escribiese cuando quisiera, que él siempre me contestaría, me quede enganchada en su bonita letra, en su decir sereno, en su armoniosos acentos, y en su voz que llego acompañando a su carta.
El otro día, teniendo el arrebato de la primavera (que me da por arreglar armarios y romper papeles) que guardo de todo un año o más, apareció la carta, y no me atreví a leerla, aquí la tengo como un tesoro, esa carta que yo creo que ninguna de mis hermanas recibió jamás, y que a nadie enseñe, que sus palabras siguen vigentes como entonces, esa carta me quito el miedo a mi vida recién iniciada, esa vida que ya me hacia estar triste, aunque nadie lo sospecho.
En mi carta yo le decía que pusieran una foto mía en el sillón donde yo solía sentarme, el me contestaba que no necesitaba una foto para recordarme, porque para él no me había marchado de casa, solo permanecía de vacaciones, y que no necesitaba ver ningún color pero algo raro sentía cuando veía el amarillo (mi color preferido)
El, seguro que no se acordara, para mí fue muy importante recibirla, sentí que me quería y yo no estaría sola si le necesitaba, y mi corazón salto, hoy necesito leer esa carta, hoy se que jamás estaré sola mientras él me recuerde, el, mi hermano.