NO HAY QUE VERLA COMO...

NO HAY QUE VERLA COMO...

No hay que verla como simple ciudad, Murcia es bella, inmensa, restaurada y joven, siempre culturalmente...hermosa.

Tiene su centro demasiada historia para pasar de lejos sin tocarla más que con la mirada, a Murcia hay que pasearla como a una hermosa mujer que te deja extasiado, su belleza envuelve, su acento acaricia.

Murcia desprende sabores árabes mil veces en sus calles, y más de una vez su muralla te abraza, asiente y consiente a los forasteros, te hace participe de sus monumentos, de sus oasis, de sus obras de arte, porque Murcia es más que todo eso.

Entrar en el remanso de paz del convento de las Claras es el silencio que el alma necesita, y recorrer el museo Salcillo deja los sentidos alborotados ante tantas bellezas, que dejo para la posteridad el imaginero más grande que ha tenido España.

Ella, Murcia es señorial, puedes pasearte por sus hermosas calles, reposar en sus hermosas plazas, llenar tu mente y cuerpo en la plaza de las flores, centro social de las buenas tapas, y frescas cañas como el un hermoso vergel.

Sus huertas son las más sabrosas de nuestra España, sus hortalizas y verduras adornan los sentidos de quien las prueba, y es un privilegio tenerlas siempre en nuestras cocinas.

Y sus mares, que decir de ellos, donde la mirada se vuelve azul, los sueños afloran con más fuerza en sus noches de luna, y su brisa que te acaricia siempre como el mejor de los amantes.

Yo que veraneó desde hace años en estas playas vuelvo a ser parte de esta hermosura casual, que me da vida al llegar, y me la quita cuando tengo que volver, porque es sentimiento y belleza juntos, es agrandar la mirada para poder recoger tanta luz, tanta vida, tanto amor en sus colores, y mis ojos lloran cuando el mar se aleja camino de Madrid.