DE POCAS GUERRAS

DE POCAS GUERRAS

Fui mujer de pocas guerras, todo parecía bueno para mí, pero no era así…

Cuando empecé a opinar sobre las cosas que no me parecían bien, empecé a ser mala, eso decían los que me conocían, y no sabían lo que estaba pasando.

Y claro, la vida color de rosa que todos percibían cuando no tenía opinión para no enfadar a nadie, empezó a tornarse color gris a veces, y otras rojas como un estallido de una bomba, según he visto en alguna película.

Pero se está mal siendo un mueble que nadie mira, que sabe que no habla jamás, y que siempre estará educadamente callada ante cualquier comentario, político, económico, machista, o culinario, da igual, no existes, no opinas.

Llega el momento que ves que la vida pasa y a nadie le importas, nada de lo que puedas decir interesara, y empiezas a saber lo que vales, cuando un puñado de ineptos no saben ni su apellido.

Y la guerra llego el primer día que hice un comentario sobre las mujeres maltratas, cuando oí decir… si les pegan será porque algo habrán echo, y claro si un hombre pega porque carece de explicaciones y fundamentos todo se entiende, ahí se destapan las iras, las voces, y los malos rollos, y los que opinan así no lo entienden.

En una persona pacifica se desata la tormenta, y se presiente un mero desorden de sensaciones, ya jamás volverás a ser un mueble, porque la verdad se quedo a vivir a tu lado… para siempre.